El fabuloso mundo de nada, de Javier Mije

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El fabuloso mundo de nada
Javier Mije
Acantilado
Daniel Ruiz García
El género del cuento vive un momento dulce. Parece estar superando sus complejos de género menor, y surgen cada vez más nuevas voces que se desenvuelven con pericia por este terreno. Quizá favorecido por los propios ritmos de la vida moderna, que también influye sobre los comportamientos de lectura, el género se ve reforzado también por el número de lectores. Como usuario habitual de transporte público, no sólo puedo dar fe de que en el metro o en los autobuses públicos la gente cada vez lee más, sino que cada vez lee más libros de relato. Un buen amigo y todavía mejor lector me confesó hace poco que lo único que lee son relatos: es, me confesaba, el único género compatible con el nomadismo profesional cotidiano y con el cuidado de su bebé. Crece el número de lectores de relatos, pero también se redimensiona el soporte crítico en torno al género: raro es ya hojear cualquier edición de los suplementos culturales que publican los grandes diarios y que no incluyan alguna reseña sobre un libro de cuentos.

A lomos de este resurgimiento del género, hay autores jóvenes que están poniendo en el mercado libros de una indudable calidad, con planteamientos extremadamente maduros y con voces únicas que desdicen cualquier sugerencia de que estamos ante un género menor. Uno de ellos es precisamente sevillano. Hablamos del escritor Javier Mije, que acaba de publicar su segundo libro de relatos en la prestigiosa editorial Acantilado, El fabuloso mundo de nada. Un libro que apabulla desde el primero hasta el último de sus relatos, y que sorprende por su solvencia (me atrevería a decir que por su maestría) en el manejo de este género.

El fabuloso mundo de nada es un libro muy moderno. No tanto en el planteamiento estilístico como en los temas que aborda. Porque es un libro con una fuerte orientación urbana, que cuenta historias cotidianas, siempre desde una perspectiva muy subjetiva y poniendo en cuestionamiento permanente los sentimientos. Con un estilo impecable, donde cada frase está muy cuidada y donde persiste una latente obsesión por renunciar a lo fácil, los relatos de Javier Mije no mueven precisamente al optimismo: se abordan cuestiones como el desamor, la ruptura sentimental, incluso el aburrimiento de la vida en pareja. Frente a estos cuentos más urbanos, el libro incorpora otros relatos centrados en “lo monstruoso”, con un indudable regusto a la estetica del Freaks de Tod Browning, y que remiten, como postales, a distintos ángulos en la vida cotidiana (y miserable) de un circo. Son los relatos más teatrales, pero también los más expresivos por su carga sórdida y feísta. En todo caso, hay una pretensión latente por evitar siempre el tópico, de manera que nada es fácil en este libro. Lo más fácil es su lectura, ya que Javier Mije escribe tan bien, con tanta elegancia, que leer cada uno de los relatos es como entretenerse con los matices gustativos de un puñado de trufas. Aunque sepamos, no obstante, que las propias trufas, como los relatos de Mije, pueden acabar haciéndonos un poco de daño. Merece la pena correr el riesgo.


Etiquetas: De libro