Alicia en el país de las maravillas (Tim Burton, 2010)

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Emilio Santín Piñeiro
En las sociedades modernas donde todo es fabricado en serie y en las que el pertenecer a unos cánones de normalidad puede ser el mejor pasaporte para una vida fácil resulta de especial admiración que aquellas personas diferentes, e incluso extrañas, prefieran no renunciar a sí mismas con todas las consecuencias que ello conlleva. Muchas de estas personas que eran “diferentes” terminan por claudicar de sus propios principios pasando a ser absorbidas hasta confundirse con la sociedad uniforme que las rodea, y que desde este instante las protege, ya que es mucho más fácil sentirse parte de un grupo con el que se comparten problemas que enfrentarse a las adversidades desde la absoluta soledad. El ser “diferente” y no renunciar a ello tiene un mérito enorme, pero si además eres capaz de que los demás te admiren por ello significa tanto el triunfo de la honestidad como que has entrado en un grupo selecto de genios que tiene como uno de sus principales baluartes a Tim Burton.

Nacido en Burbank (California, 1958), Tim Burton mostró desde pequeño su principal característica, era raro, muy muy raro. Alguno de sus vecinos lo llegó a calificar de “inadaptado social”, llegando a contar entre otras anécdotas su tendencia a atemorizarlos mediante el anuncio de una inminente invasión de la tierra por extraterrestres. Adicto desde su infancia a las películas de terror así como al dibujo y la pintura (la estética es fundamental en sus películas) consiguió su primer trabajo en los estudios Disney como colaborador en películas de animación. Su atracción hacia lo oscuro y tenebroso se dejó ver en su segundo cortometraje Frankenweenie(1984) cuya extensión a largometraje es el próximo proyecto del director y con el que consiguió una buena acogida por la crítica, pero lo macabro de la historia (un niño tratando de reanimar a su perro muerto tras ser atropellado por un automóvil) hizo que la Disney lo despidiera por aquel entonces.

Su primer largometraje fue La gran aventura de Pee-Wee (1985), obra bastante fiel al espíritu de Burton (especialmente en su primera hora) realizada con bajo presupuesto y que obtuvo un apreciable éxito comercial que le abrió las puertas de futuros proyectos. Son muchas las maravillas cinematográficas que nos ha regalado Tim Burton, algunas auténticas obras maestras (Ed Wood o la más reciente La novia cadáver entre otras), siempre fiel a una estética propia que ha hecho de él posiblemente el artista mundial a nivel cinematográfico más representativo, al menos para los ajenos a esta tendencia, de lo que se conoce como “mundo gótico”.

En su última película Alicia en el país de las maravillas Tim Burton vuelve atrabajar para la Disney en un proyecto de gran presupuesto con todo lo que conlleva: mejor acabado visual pero con el peligro de perder libertad creativa. Rodado en la muy de moda 3-D (técnica que me parece muy apreciable para algunas historias como ésta pero poco compatible con la mayoría) se nos muestra a Alicia en su retorno al país de las maravillas años más tarde de lo acontecido en el primer libro de Lewis Carroll (otro autor que podría entrar en el grupo de los “diferentes”), mostrándonos una protagonista con inquietudes similares a las del propio Burton. A pesar de que el director ha reducido la acidez y el casi sadismo de sus películas el resultado final sigue siendo encomiable consiguiendo una película muy entretenida, visualmente impactante y coherente con su propio principio de ser fieles con nosotros mismos a pesar de que los que nos rodean no nos comprendan. Una película para ver en familia y que nos transportará durante más de hora y medio a un mundo imaginario y único, mezcla tanto de los libros de Carroll como de la fantasía de Tim Burton, dos de esos personajes “diferentes” que han triunfado sin necesidad de renunciar a sí mismos.

Trailer - Alicia en el país de las Maravillas (Español)




Etiquetas: De cine