Lo bueno es que te lleven, por Alba Molina

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De lo que no cabe duda es que en el transporte público hay, como decimos por aquí, “mucho arte”. Arte de la calle, de esa que no se puede atrapar en los libros, y que igualmente te enriquece, porque está llena de chispa y de sabiduría a raudales. Ciudadana como soy de eso que se ha dado en llamar “área metropolitana”, durante muchos años he sido también usuaria del transporte público para desplazarme a Sevilla. Una experiencia de la que no solo no reniego, sino que reconozco que me ha curtido y me ha permitido acceder a muchas muestras de “arte”, de ese arte espontáneo que se esconde en los rincones de los autobuses y que está vedado a toda la gente que siempre prefiere el transporte privado.

El transporte público es el transporte callejero, el que vive de cara a la gente, y por eso es el transporte más humano. Los autobuses, el metro, están llenos de historias cotidianas, y detrás de cada historia puede haber una gran canción. La clave para el artista está en encontrar esas canciones que flotan en el aire, como las respuestas del viejo Bob Dylan. Por eso, viajar en transporte público siempre es, para un artista, una experiencia estimulante, un desafío, una ventana abierta a la captura de una posible pieza creativa donde puede esconderse eso que García Lorca bautizó plásticamente como “duende”.


Cualquiera que, como yo, pretenda hacer de su arte algo cercano a la calle no puede negar que viajar en transporte público siempre es una experiencia de la que puede sacarse mucho provecho. Siempre que, claro, una no ande demasiado cansada para estar alerta y no dejar pasar la poesía que se esconde detrás de cada conversación, de cada mirada, de cada beso. Hace no mucho, iba desde mi casa en el Aljarafe a una reunión en Sevilla, y opté como de costumbre por el metro. Estaba tan cansada que me quedé dormida, y fui a despertarme en la última parada. “Bueno”, me dije, “esperaré a la vuelta para deshacer el recorrido y bajarme en mi parada”. Pero mira tú por dónde me fui a dormir otra vez de vuelta, y al final llegué otra vez al Aljarafe, el punto de partida. Y es que hay veces que lo físico, en este caso el cansancio, puede con la poesía. Lo bueno, en todo caso, es que te lleven, y que dormirse no tenga más consecuencia que llegar un poco más tarde a tu cita.


Alba Molina es cantante. Parte integrante de “Las Niñas”, actualmente conforma, junto a Andreas Lutz (ex O’Funk’Illo), el proyecto Tucara, que este año ha editado su primer trabajo. El éxito “No puedo quitar mis ojos de ti”, incluido en este CD, es la banda sonora de la actual campaña turística de la Junta de Andalucía.



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