El horror de la guerra, por Daniel Ruíz

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Libros que narren el horror de la guerra hay muchos. Entre los que se ocupan de la Gran Guerra, hay algunos que siempre salen en las quinielas de las mejores novelas de la Historia. Las aventuras del valeroso soldado Schwejk de Jaroslav Hasek o Viaje al fin de la noche de Louis-Ferdinand Céline están entre las más afamadas. Tanto una como otra hacen un retrato mas bien mordaz y burlesco de la guerra y de todos los absurdos que comporta.

El ejercicio de la responsabilidad impidió que El Miedo, de Gabriel Chevallier, estuviera en estas quinielas como la crónica bélica más seria, grave y contundente que pueda concebirse. Publicada tardíamente, en 1939, cuando la II Guerra Mundial era inminente y el ejército francés se veía de nuevo envuelto en una contienda, Chevallier acordó con su editor suspender la comercialización del libro. Con ello se pretendía poner freno al caudal verbal contenido entre sus páginas que recomendaba, por la vía de la evidencia –los padecimientos del propio Chevallier en las trincheras, descritos en primera persona-, no secundar ninguna otra nueva guerra. Obviamente no consiguió lo pretendido, ya que con la II Guerra Mundial aún estaba por llegar lo peor.

El Miedo es un retrato sin concesiones de los horrores de la guerra. Una crónica pormenorizada de los días de la contienda como soldado raso que vive en permanente contacto con los obuses, las zapas y las trincheras. Se trata de un punto de vista absolutamente subjetivo y que nos lleva a sintonizar con el personaje narrador, hasta el punto que, en un momento dado, parece que somos nosotros mismos los que nos arrastramos por el barro, los que olemos la metralla, los que palpamos los cuerpos fríos y despedazados de los compañeros de camino hacia la primera línea.
Más que una novela, El Miedo es una suerte de conjuro literario. La clave de dicho conjuro está en el estilo: un estilo seco, contundente, con escasas concesiones a la metáfora, puramente testimonial, gracias a la fuerza del verbo, en la mayoría de los casos conjugado en primera persona del presente. Es un estilo rabiosamente rítmico, donde impera la frase corta, el diálogo, las descripciones lacónicas, todo ello presentado con la concisión de quien dicta un informe. Algo aparentemente muy fácil pero que esconde una complicada ingeniería estilística, ya que el resultado parece tremendamente pulido, como si Chevallier se hubiera dedicado a limar las aristas de cada palabra, dándonos un texto limpio, desnudo, en el que cada expresión adquiere un significado cercano a la máxima pureza conceptual.

En estos tiempos, en los que se valora tanto el verismo audiovisual, la búsqueda de recreaciones en los videojuegos, la animación o el cine que parezcan lo más reales posibles, El Miedo es una opción literaria que no desmerece para nada las grandes reconstrucciones bélicas de filmes como Salvar al Soldado Ryan o de videojuegos como Call of Duty, por poner sólo algunos ejemplos cercanos. Y lo hace con el instrumento más sencillo que existe, aunque también el que resulta más complicado: la palabra, y su capacidad de nombrar el miedo, de inspirar recreaciones que sólo pueden desarrollarse en nuestra mente.

Leyendo El Miedo se pasa mucho miedo. Pero también se sufre cansancio y fatiga, se padece sed, hambre. Se contemplan estampas espeluznantes, que nuestra imaginación reconstruye dándoles una dimensión fantasmagórica. Es un fabuloso ejercicio de recreación mental, que nos conduce a anhelar con ansiedad el momento en que la guerra concluye. Por eso, en el capítulo final, cuando esto se produce, uno llega a respirar aliviado. Junto al contagio físico, se padece un indudable contagio espiritual y de rebelión frente a un horror que además resulta del todo absurdo. Tras leer el libro, uno se siente todavía más antibelicista, y se contagia de un desprecio por las jerarquías que está cercano al odio.

Un libro, en suma, brutal, demoledor, que mucha gente debería haber leído en su momento. Uno prefiere imaginar que los argumentos y los hechos que contiene podrían, de haberse publicado un poco antes y no suspenderse su edición, haber contribuido a frenar el desastre de todo lo que aconteció muy poco más tarde.

El miedo
Gabriel Chevallier
Acantilado, 2009
ISBN: 978-84-92649- 02-0
361 páginas
22 €

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