Ruta del agua, una auténtica aventura natural

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No hay que viajar muy lejos para descubrir auténticos tesoros naturales. En nuestra área metropolitana, la Ruta del Agua de Guillena nos transporta hacia una auténtica aventura natural por las primeras estribaciones de Sierra Morena en la que se pueden descubrir paisajes que nunca hubieran pensado que podrían estar tan cerca de la capital sevillana.

La Ruta del Agua es un itinerario turístico alternativo promovido por el Ayuntamiento de Guillena, con la colaboración de distintas administraciones, aprovechando las enormes ventajas del medio natural de la zona y apostando por el desarrollo sostenible, ecológico y endógeno. Se trata de un recorrido de 68 kilómetros que transcurre entre el monte Carambolo, situado en la comarca del Aljarafe, y finaliza en los Lagos del Serrano, límite norte municipal de la Villa de Guillena. Especial mención merece el tramo de 14 kilómetros que transcurre entre el embalse del Jergal y la zona habilitada para descanso (La Cantina), el cual solo puede recorrerse a pie, en bici, a caballo o en vehículos 4x4 autorizados, y que es donde el visitante encuentra una de las zonas de mayor interés ecológico.

El nombre de Ruta del Agua le viene dado por las riquezas hídricas que se pueden disfrutar: las riveras del Huelva y Cala y en cuyos cauces se ubican los embalses de El Jergal y Cala, además del contraembalse de Guillena, que abastecen de energía y agua potable a Sevilla y su área metropolitana. Todo esto, junto a la flora y fauna autóctonas, hacen de este lugar un museo natural en el que quedará fascinado ante tal derroche de naturaleza, riqueza de colorido, sonidos y aromas.

La Ruta del Agua dispone, a lo largo del recorrido, de 16 áreas de descanso perfectamente equipadas para hacer más cómodo el acceso a la belleza paisajística del entorno.

En definitiva, un recorrido lleno de sorpresas, en el que, además de disfrutar de un gran abanico de actividades al aire libre, podrá encontrar antiguas estaciones de ferrocarril, embalses, aldeas, cortijos, lagos, restos prehistóricos e, incluso, un palacio, el Palacio de Parladé, una construcción que data del siglo XIX, pero que se inspira en un castillo medieval.


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