Periodismo y transporte público, un modelo de buena vecindad

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[NANI CARVAJAL]
En su condición de oficio apegado a la calle, tomador del pulso de la realidad urbana más cotidiana, donde importa tanto el ministro como el tendero de la esquina, el empresario como el empleado que atiende en el mostrador, el periodismo mantiene con el transporte público una relación de inevitable sintonía. El periódico, la radio, la televisión, los nuevos medios, están volcados en contar historias, dar a conocer realidades que muchas veces se manifiestan de forma mínima. Y el transporte público es el escenario en el que muchas de estas historias se despliegan, o simplemente cobran forma en el boca a boca de un trayecto en autobús.

Para saber “qué se cuece” no hay más que acudir al quiosco y comprar un periódico. Si encima ese acto lo combinamos con un desplazamiento en autobús, tened por seguros que cuando os apeéis en vuestra parada tendréis un aporte informativo con suficiente nutriente como para abordar con solvencia cualquier conversación que se os ponga a tiro. Es por ello por lo que no son pocos los escritores que reconocen en los viajes en transporte público una fuente impagable de inspiración para urdir sus tramas. A buen seguro que Álvaro de Campos, uno de los más prolíficos y singulares heterónimos de Pessoa, hubiera cambiado su Chévrolet por un transporte público para recorrer la carretera de Sintra a la que dedicó uno de sus más emblemáticos poemas. Y ya conocemos la celebérrima preferencia de Antonio Machado, para más detalle sevillano, por el tren como medio para todo viaje, siempre “sobre la madera de un vagón de tercera”. Desde los tiempos de Ulises y su testarudo y animado trayecto de regreso a Ítaca, los viajes han dado mucho juego como telón de fondo para contar historias. Y en esto de contar historias, sobre todo cuando son cotidianas y cercanas a la realidad cotidiana, los periodistas siempre nos hemos llevado la palma.

El periodismo y el transporte público se necesitan. Como vemos pasar la vida desde la cristalera de un autobús, el periódico muestra el latido de las ciudades, el pulso de la realidad, la propia vida a través del texto impreso, o de imágenes estáticas o también dinámicas que lo que hacen es hacer respirar al mundo, darle aire, reflejo. Nos vemos a nosotros mismos cuando el autobús atraviesa un túnel y el cristal desde el que observamos la ciudad se convierte en un espejo que nos devuelve nuestra imagen. Del mismo modo, las historias cotidianas que contamos en los medios de comunicación nos devuelven el reflejo de nuestra propia condición humana. Y de forma extraña, nos identificamos con cada logro, cada historia pequeña, cada lágrima, cada sonrisa. El autobús, como un periódico, es un tremendo contenedor de historias humanas, que nos construyen a nosotros mismos como ciudadanos.

El transporte público también se parece al periodismo en su sensibilidad hacia el cambio. En la nueva era de la comunicación, transporte y mass media se ven zarandeados por las mismas exigencias de premura, rapidez, agilidad, y como tal viven permanentemente sumidos en el bucle del cambio. El transporte público ha avanzado hasta cotas que hace tan solo 50 años parecían inconcebibles. La prueba está en el propio Consorcio de Transportes, y en proyectos como su sistema de tarjetas chip sin contacto, el mismo con el que realizamos los viajes en metro. Principios como la intermodalidad, de puro sentido común, eran impensables hace no tantas décadas, cuando nos desplazábamos a pie o en tranvía. Del mismo modo, los medios de comunicación están asistiendo a un momento de cambio. Un momento que está resultando bastante complicado, porque implica avanzar hacia un nuevo modelo de comunicación entre la sociedad y los individuos donde los soportes se vuelven cada vez más difusos y etéreos. Un momento presidido por cierta incertidumbre, pero donde debemos tener clara tan solo una cosa: como con el transporte público, aunque las Nuevas Tecnologías se incorporen a los procesos, los ciudadanos van a seguir necesitando de las comunicaciones. Que les cuenten las historias que ocurren en sus calles, en sus barrios, en sus ciudades. Ahí seguirá estando, estoy segura, el Periodismo, muy cerca siempre de su querido vecino, allí donde circulan los medios de transportes públicos.


Nani Carvajal es periodista y Presidenta de la Asociación de la Prensa de Sevilla. A lo largo de su trayectoria profesional ha recibido importantes galardones como el Premio Andalucía de Periodismo o el Premio Nacional de Periodismo del Instituto de la Mujer. El último, el Premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer, le ha sido concedido por su compromiso en la promoción de la igualdad de género.

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