Los que me conocen un poco saben que, literalmente, soy un culo inquieto. No les falta razón, como tampoco a mí las razones para no serlo. Qué les voy a contar que no sepan…Como ustedes, vivo con la prisa propia del españolito de a pie que entre el trabajo, la familia y la necesaria –y a veces menguante- vida social, cuando toca, también busca la pausa necesaria para mantener la cordura. Esta dualidad, con los años, te invita a valorar toda la amplitud del término “eficacia”. Una tienda abierta a deshoras, el arroz de cocción rápida, un consejo prudente en tiempos de crispación o el luminoso verde de un taxi en el momento justo. El don de la oportunidad, en definitiva o el inestimable valor del tiempo que, de no ser perdido, se recupera con creces. Mi relación amor-odio con el coche a veces choca con este razonamiento zen. Entiéndanme, adoro conducir, pero la rutina de atascos y esperas saca lo peor de mí. Por eso, en ese punto, 20 minutos en la línea C3 no sólo me trasladan donde quiero. También me relajan más que una sesión de yoga. No les digo optar por el tranvía tras unas compras en Tetuán. Eficacia. Tiempo recuperado. Calidad de vida. Soy persona viajera, en constante movimiento. Pero algo que tengo claro es que no quiero renunciar a Sevilla y su gente. A mi casa. A mi medio natural. Así pasen los años las calles de mi ciudad me seguirán embelesando. Volver a casa por Torneo, en coche, taxi o autobús (benditas líneas circulares) me revela cada día detalles poco conocidos de la Sevilla acogedora, la de los barrios, y la metrópoli moderna y lista para seguir creciendo. Porque si Sevilla es bella a vista de pájaro, más lo es a pie de asfalto.Raquel Revuelta
Modelo, presentadora y empresaria
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